La Casa Real se moderniza, evoluciona y se adapta a los cambios, haciendose visibles en algunas de las acciones que han llevado a cabo en este 2012, donde la imagen de la Corona se ha visto deteriorada por la caza de elefantes, los problemas de salud del monarca, y las malas prácticas de alguno de sus miembros, lo que ha desembocado en que muchos se cuestionen la continuidad de esta institución.
El primer ejemplo y donde mas claro se ve, lo encontramos en la manera de comunicar de la jefatura de Estado española.
Por un lado, la página web se convierte en uno de los elementos mas importantes que a día de hoy y debido a la revolución que ha supuesto Internet, supone una transformación en positivo, dando lugar a un “site” mucho mas dinámico, atractivo y didáctico, apoyado por los contenidos multimedia y la actualización diaria.
De otro lado, la imagen de continuidad monárquica, la evolución de un órgano político histórico y que se entiende tradicional, se plasmó en una sesión de fotos informal de los herederos a la Corona y sus hijas donde la informalidad y cercanía llevan de la mano una nueva imagen, mas fresca y moderna a la ciudadanía española.
El último caso en el que se percibe un cambio en la monarquía española, lo contemplamos la pasada nochebuena, incluso dejando de lado las palabras que Su Majestad dedicó a los españoles, la escenografía y su postura a la hora de exponerlo, denotaba una transformación en sus formas, donde mezclaba lo tradicional con lo actual, la historia con el futuro, la formalidad con la informalidad.
A las 9 de la noche daban paso al típico discurso del Rey, a través de un amplio ventanal que dejaba ver el despacho donde se encontraba el monarca, y desde donde y por primera vez, realizaría su esperado alegato.
¿Lo hizo en el despacho para dar una imagen de estar trabajando? ¿Para demostrar que no es una figura política obsoleta? ¿O simplemente por cambiar y dar esa imagen de cercanía que están generando?
Para sorpresa de todos, dejó a un lado la imagen tradicional de estar sentado en un costoso y cómodo sillón, para pasar a una postura mas actual e informal como es la de sentarse en la mesa del despacho.
Un grandioso reloj donde se observa la puntualidad y las banderas española y de la Unión Europea junto con un retrato del Infante Don Felipe, futuro Duque de Parma, obra de Jean Ranc, presidían un despacho clásico, cargado de historia.
Algo que también llamó la atención fueron las fotografías que se pudieron ver durante el discurso, donde el lugar privilegiado en el centro lo tomaba el Príncipe Felipe y Doña Letizia, destacando sobre las demás, y que hace presagiar una continuidad cercana.
El portal de Belén, sin la mula y el buey, tomaron algunos momentos de protagonismo durante los minutos que duró el discurso monárquico. Hay que recordar que este portal es el que lleva acompañando al monarca desde hace varios años, sin sufrir ninguna variación.
Bajo mi punto de vista, las palabras claves que definen este año de la monarquía española son la evolución, adaptación al cambio, confianza y cercanía, intrínsecas en el discurso del Rey en la Nochebuena de 2012.
En definitiva y a modo de conclusión, considero que somos tradicionales en cuanto a recibir el discurso en familia, pero innovamos en contenido y escenografía, adaptada a los nuevos tiempos, donde se palpa a simple vista un cambio dentro de nuestra Jefatura de Estado, mas actual, mas moderna e informal, en definitiva, una imagen mas accesible a todos los españoles.
Sólo me quedan dos preguntas por contestar: ¿Para cuando una cuenta en Twitter? ¿ Qué dulce es el que había situado sobre la mesa?
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Interesante entrada, que comparto plenamente. Y novedosa, ya que por lo visto y leído la gran mayoría de las voces que pululan por la red son fervientes partidarios de la república, algo perfectamente legítimo, e insultadores viscerales de la persona del rey, lo que les define muy claramente como analfabetos políticos. En fin, es lo que hay, aunque no nos lo merezcamos. Supongo que es por falta de educación, civismo y espíritu crítico. Muy español todo. Por desgracia. Somos el paradigma de la envidia, nuestro pecado capital número uno. También tenemos virtudes, pero esas no se ven. Saludos afectuosos desde las islas Canarias.